-Tras una larga ausencia, el joven caballero regreso a su tierra,
al lugar que lo vio crecer y que cuando era un niño lo lleno de tanta alegría y
le maravillaba tanto, desde la colina miro el pequeño castillo de su familia
donde creció junto a su hermano y en donde aprendió las costumbre de la nobleza
desde el nacimiento, con que emoción miraba aquellos paredes de roca gris y fría
en esos días, tan altas le parecían entonces, tan fuertes e infranqueables,
siempre se sintió seguro dentro de ellas... miro también las planicies verdes
fuera del castillo donde aprendió a cabalgar y los principios básicos del
combate montado, practicando con su hermano quien a pesar de ser mejor jinete
era más pequeño y con quien nunca perdió una práctica, mientras avanzaba bajando
la colina miro también el pueblo que estaba no muy lejos de la pared del
castillo, los recuerdos de las travesuras que hacia ahí cuando adolecente
llenaron su memoria y dibujaron una ligera sonrisa en su rostro mientras
aceleraba el paso de su corcel.
El viejo
castillo lo recibió con alegría, pero al pasar por el portón, lo miro y era tan
diferente ahora de cómo lo recordaba, las paredes eran las mismas, robustas y
altas como deben serlo las de cualquier construcción digna de la nobleza, pero
no se veían igual, la magia que emanaban para aquel pequeño noble no existían
para el caballero joven que era ahora y en vez de brindarle alegría y
seguridad, las sintió frías y extrañas, la gente del pueblo lo miraba y lo reconocía
como su título los obligaba, pero sus miradas eran extrañas, como si fuera solo
el escudo de armas en los flancos de su caballo lo que reconocieran y no al
hombre que llevaba a cuestas el animal, una vez mas un sentimiento de extrañeza
lleno la mente del noble, aun cuando esas tierras siempre tendrían un lugar
en el corazón del muchacho, ya no se sentía como un hogar para él, con la
miraba baja siguio su camino hacia las caballerizas.
El gran salón
de castillo no había cambiado en nada, el más mínimo detalle era justo como lo
recordaba, los mismos escudos de armas, las mismas pinturas de nobles
antepasados en las paredes, los mismos viejos trofeos de caza de su padre,
señor de aquel castillo, la enorme mesa de madera vieja pero robusta, todo era
justo como en sus memorias, el padre del caballero había hecho todo para
celebrar el regreso de su hijo, un gran festín se servía al calor de la hoguera
y la música resonaba junto con el sonido de cien voces que platicaba de esto y
aquello, el ambiente era cálido y reconfortante, sin embargo en la mente del
noble algo no estaba bien, había pasado tanto tiempo lejos de aquello que de
nuevo, se sentía fuera de lugar, definitivamente aquel viejo castillo, con su
gente no sería nunca más para él, el hogar que alguna vez fue.
Durante
varios días el joven noble trato de re acostumbrarse al hogar de su infancia,
pero en las noches el sueño le llegaba solo con mucho trabajo y durante los días
el muchacho cumplía sus deberes solo por la obligación de su posición, aun las
comidas con su hermano y su padre le eran extrañas, pues todo lo que hacía era
repetir una y otra vez las historias de su viaje a sus curiosos
familiares, recordando los lugares donde había estado, extraño
sentimiento era aquel de pensar en los lugares donde había estado, cuando
estando en esos mismos lugares, su mente escapaba a este castillo, la ironía de
aquel asunto solo contribuyo a aquella sensación de extrañeza que sentía bajo
su piel.
Tras algunos
meses de estadía, el caballero anuncio que partiría en un nuevo viaje, noticia
que no cayó bien al padre, sin embargo el joven noble logro hacer entender al
viejo señor del castillo que la línea de la familia estaba segura con su
hermano, quien a pesar de no ser un gran guerrero, era un excelente administrador
y que con el tiempo sería un hombre justo y de corazón noble, el padre después
de mucho debatir esta idea, acepto la misma y ordeno le prepararan a su hijo el
mejor caballo y la comida más fina para el inicio de su viaje, no fue con poca
tristeza que el caballero se despidió de su padre y su hermano, abrazando a
este último con fuerza y bendiciéndolo antes de ensillar y comenzar su marcha,
sin decir cual sería su destino, ni cuanto tiempo pensaba estar fuera, el joven
caballero comenzó su nueva cabalgata.
Fue desde
aquella misma colina que el joven caballero miro atrás una última vez, al viejo
castillo de paredes robustas y fuertes, a las planicies verdes y al pequeño
pueblo de gente sencilla, el corazón se le lleno de tristeza al tener que dejar de nuevo aquel
lugar, aquel pequeño Feudo a donde sabía que siempre sería bienvenido cuando
quisiera volver, pero que no sería más su hogar, una pequeña lagrima rodo por
su mejilla cuando por fin quito la mirada de aquellas tierras, sin secársela
con la mano, miro al sol de la mañana y comenzó un nuevo viaje para encontrar aquel lugar al cual pertenecer.-
¿Porque,
algunas cosas que nos fueron tan familiares y queridas, de un momento al otro
se vuelven tan extrañas?, es inevitable que al crecer el ser humano cambie su
forma de pensar y de sentir las cosas, forzándose a sí mismo a evolucionar en
un proceso que no deja de ser doloroso pero que es en sí, es parte de la
naturaleza del hombre mismo, obligándolo como especie y como individuo a buscar
siempre algo más de lo que tiene cuando comienza su viaje por la vida, algo
propio, un lugar al que pertenecer cuando ya no se siente parte de su propio
pasado.